7 feb 2012

2. Amantes

Mirar por la ventana, ver caer la lluvia a media tarde, sentir que la piel se pone de gallina por el frío. No hay mejor tarde que ésta, apreciando tal paisaje y el clima lluvioso en compañía de una persona muy especial: mi novio, Adrian. Amamos el café, así que nos hemos preparado unas tazas. A pesar del frío, el ambiente en la habitación empieza a tornarse caliente. Estamos solos. En el fondo se escucha la música que sale de los altavoces de la computadora, el reproductor está en modo aleatorio, y la lista de reproducción sólo contiene música rock (desde The Doors hasta metal), es la música que a ambos nos gusta. La combinación perfecta: frío, lluvia y música; combinación inspiradora y excitante.

Ambos estamos frente a la ventana; esta vez la ciudad no se aprecia tan clara. Platicamos de varias cosas, desde los comentarios más insulsos, pasando por recordatorios sobre la escuela, hasta reflexiones sobre películas, libros o algunos cuestionamientos un tanto filosóficos. Compartiendo puntos de vista similares, y sintiendo el frío, nos fuimos acercando, nos abrazamos. Yo me había puesto una manta encima así que cuando nos abrazamos busqué la forma de cubrirlo con ella. Nos besamos. Me encantan sus besos. En seguida comenzaron las caricias, obvio, no podían faltar.

Se escucha de fondo “Light My Fire” de The Doors —no podía ser más apropiada— hacemos una pausa para notar la canción, sin decir ninguna palabra, nos miramos con un gesto cómplice. La temperatura en la habitación ha subido; la manta está en el piso acompañada de algunas prendas que dibujan un camino hacia la cama. En ése punto nos detenemos a mirarnos, a mirar nuestros cuerpos semidesnudos y tibios. Recorremos nuestros cuerpos con suaves caricias y besos; de a poco, nos desprendemos del resto de nuestras prendas. Pero ésta escena aún no llega a su clímax, no antes de una serie más de caricias. Me gusta éste momento previo al acto del amor. Me gusta mirar su cuerpo totalmente desnudo, recorrerlo completo con la mirada, dibujar figuras imaginarias con mis dedos sobre su cuerpo, probar el sabor de su piel con mis labios y mi lengua. Terminar en sus labios mientras jugueteo con su cabello. Se intercambian los papeles, ahora él es quien recorre mi cuerpo, con caricias, besos y mordidas. Y llega el momento clímax. Aunque no será uno solo, lo sé, tras una pausa lo volveremos a hacer.

Y así empieza el acto, así empieza nuestra tarde. Siento su piel rosar la mía, sus labios cálidos besar los míos, y su calor dentro de mí. En éste momento, sólo somos él y yo; nuestros murmullos y respiraciones entrecortadas, excitadas, se entremezclan con la música y el sonido de las gotas de lluvia chocando contra el cristal de la ventana. Somos dos cuerpos, desnudos, que se funden en uno solo en medio de la tenue luz de la tarde que da paso a la noche. Ha dejado de llover pero, afuera, el frío se ha quedado. En la habitación, el ambiente se invade por el calor de dos amantes en su acto.

Al mirar el reloj, éste marca poco más de las 10pm. Tumbados en la cama, abrazados, sintiendo el calor del otro, intercambiando palabras de cariño, las piernas entrelazadas, así, de a poco, nos quedamos dormidos. 

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